lunes, 29 de septiembre de 2014

Integracion Escolar

Siempre se ha tomado la inclusión escolar  como meta  y desafío, pero, sin una mirada integradora de la persona, la mera retención escolar, -a la cual la inclusión queda reducida-, deja a la persona fuera de la sociedad.
Suele otorgársele una vacante a un alumno que repitió o que tiene problemas en el aprendizaje,  y se cree, erróneamente, que de esa manera ya está “integrado”. En realidad no es así, si no se le da a ese alumno en formación, su lugar, en la comunidad educativa. Un lugar valioso, útil, independientemente de las fortalezas y debilidades, que axiológicamente, puedan plantearse sobre su proceso de aprendizaje. Esto significa que se lo tenga en cuenta, se lo llame por su nombre, le hagan señalamientos sobre su conducta  a solas, sin avergonzarlo,  o en el peor de los casos, sin sacarlo de la escuela.
La integración es cambiar la falsa idea del cajón de manzanas buenas con una podrida. Se dice que esta pudre a todas. Este planteo se suele utilizar comparando a los alumnos con manzanas. Pero si renovamos este pensamiento lineal, utilitario y anacrónico observando que cada manzana tiene una función determinada, que no todas van al cajón de la frutería, sino que hay otras que son necesarias para el compost, para mejorar la tierra, que tienen otra función, que no todas son para vender como fruta comestible, nuestra visión se hará más amplia, más rica y más útil. Es el ejemplo más claro para la integración. El trabajo es mayor, porque es más realista, más complejo, más rico, y dará mejores resultados que una enseñanza con mirada parcial, en una sola dirección, como un caballo con anteojeras.


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