Luego
de años de retención escolar, vemos que aquellos niños en situación de riesgo
no han sido integrados porque no han sido aceptados con sus diferencias: intelectuales, emocionales, sociales,
culturales… Sus diferentes lenguajes y
saberes fueron descalificados, invalidados, a favor de un saber escolar que a
su vez les resultaba inútil en sus
contextos cotidianos. Pero sobre todo a ellos mismos no se los reconoció como necesarios, como
co-imprescindibles, sino que más bien se los percibió como innecesarios, o, en
muchos casos como ruidos molestos, contaminantes, es decir como “problemas de
otros”. a quitarse de encima, por parte de la “comunidad escolar”…
Ese desprecio no los hizo “libres” aunque
fueron “quedando libres”, es decir afuera, al margen, porque ya no tenían interés en concurrir a
una escuela en la cual no eran aceptados, integrados.
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